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De aquí a la eternidad

De aquí a la eternidad

David Brandt Berg

La Biblia y las palabras de los profetas de Dios son los únicos noticieros o publicaciones de noticias. Los periódicos relatan lo que ya ha pasado, por lo que en realidad no dan noticias, solo relatan hechos históricos. En cambio, la Biblia nos dice lo que va a ocurrir en el futuro. Está llena de profecías detalladas que describen a personas, lugares, tiempos, situaciones y acontecimientos de forma específica con miles de años de antelación.

Muchas de estas profecías tratan del periodo final de la historia del mundo, justo antes de que regrese Jesús para establecer Su reino de amor y paz en la tierra. Estos últimos días de los reinos del hombre en la tierra son conocidos en la Biblia como el «tiempo del fin», el «fin de los días», los «postreros días», la época en la que estamos viviendo ahora nosotros[1].

Cuando los discípulos de Jesús, deseando conocer el futuro, le preguntaron: «¿Qué señal habrá de Tu venida y del fin del siglo?», Él no les respondió con una sola señal, sino con docenas de señales. Es más, la Biblia habla de cientos de «señales de los tiempos», indicaciones y señales a las que debemos estar atentos para saber cuán cerca estamos del fin mismo[2].

Entre estas señales se cuentan «pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares»[3], que «será predicado el Evangelio en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones»[4], un drástico aumento de los viajes internacionales, «muchos correrán de aquí para allá, errantes de mar a mar, y la ciencia aumentará»[5]; una gran «apostasía»[6] de la fe, conforme «los hombres malos y los engañadores vayan de mal en peor, engañando a muchos»[7]; «el amor de muchos se enfriará»[8], con lo que habrá «angustia de las gentes en la tierra, desfalleciendo los hombres por el temor»[9]. Estamos viendo el cumplimiento de muchas de estas señales hoy en día más que nunca.

Una de las señales finales más importantes del mismísimo fin y que ha sido predicha por muchos profetas es la subida al poder de un gobierno mundial completamente ateo y anticristo, encabezado por un dictador que estará poseído por el mismo Satanás. Hará su aparición con un tratado o pacto de siete años en el que prometerá al mundo paz y libertad religiosa, y resolverá de alguna manera la actual crisis de Oriente Medio[10].

Durante la primera mitad del pacto de siete años del Anticristo, la gente pensará que él es maravilloso, porque habrá traído paz, saneado la economía mundial, resuelto la crisis de Oriente Medio, etc. Pero de pronto, a la mitad de su reinado de siete años, romperá el pacto, invadirá Israel por el norte, y prohibirá y abolirá todos los cultos religiosos tradicionales, proclamándose Dios y exigiendo que todo el mundo le adore[11].

Será en ese momento cuando coloque un ídolo, una imagen de sí mismo, en la zona del templo judío, una «abominación desoladora», que tal vez sea una especie de robot operado por computadora, ya que hablará y de alguna forma hasta hará matar a todo el que se niegue a adorarla. Jesús mismo dijo que cuando viéramos ese ídolo, esa abominación desoladora, entonces empezarían los últimos tres años y medio del gobierno del hombre en la tierra, un período de «gran tribulación»[12].

Durante ese periodo de tres años y medio, la gente ya no utilizará papel moneda, porque el gobierno del Anticristo establecerá un sistema de crédito mundial, y todos los miembros del Sistema que adoren al Anticristo serán marcados permanentemente en la mano o en la frente con un número de crédito. El gobierno del Anticristo usará ese nuevo sistema de crédito para obligar a toda la gente a adorar al Anticristo o morirse de hambre, porque nadie podrá comprar ni vender sin ese número o «marca de la Bestia». Pero los hijos de Dios se negarán a adorarle y a recibir su marca. Y el Señor los cuidará, aunque para ello tenga que enviar maná del cielo para que puedan comer[13].

Durante ese período de tribulación, habrá diez «reyes» que se unirán al Anticristo y juntos destruirán y «devorarán con fuego a Babilonia, la gran ramera». Un juicio final que, a decir por muchos pasajes de las Escrituras, parece que será un ataque nuclear por sorpresa que destruirá a esta Babilonia moderna en una hora[14].

Esta gran guerra atómica, junto con la represión y persecución a nivel mundial de todos los que se nieguen a adorar al Anticristo, hará que este período de Gran Tribulación sea un tiempo de problemas como nunca ha habido en el mundo. Por esa razón, Dios, en Su Palabra, nos dice repetidamente cuánto durará este período de Gran Tribulación —exactamente tres años y medio, o 42 meses, o 1260 días, desde que el Anticristo erija su imagen en el templo—, para animar a Sus seguidores a aguantar y seguir adelante por Él[15].

Porque al final de estos tres años y medio, justo cuando el demoniaco Anticristo piense que domina el mundo, de repente, como por arte de magia, Jesús regresará y sacará a todos Sus hijos de este mundo. Justo después de la hora más oscura de la historia del mundo, veremos el amanecer más luminoso. Jesús regresará para rescatar a los Suyos, a Su iglesia, a Su pueblo, a todos los que le aman, le conocen y le han recibido en su corazón[16].

Todos los cristianos que hayan muerto y se hayan ido con Jesús regresarán con Él para recoger su nuevo cuerpo de resurrección. Y «la tierra dará sus muertos»[17]. Luego los que estén vivos, los que hayan quedado, después de haber sobrevivido milagrosamente durante todo el reinado de terror del Anticristo, serán instantáneamente cambiados, transformados, y se les dará un nuevo cuerpo de resurrección, milagroso y sobrenatural, como el de Jesús después de Su resurrección. Y nos iremos hacia arriba, hacia el cielo, para «recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor»[18].

Toda la gente del Anticristo se quedará asombrada cuando vea al Señor viniendo en las nubes del cielo con poder y gran gloria, ¡iluminando todo el cielo como si fuera un relámpago continuo! Las potencias de los cielos serán conmovidas cuando el Señor descienda con voz de mando. ¡La trompeta de Dios sonará estruendosamente y las tumbas de los santos se abrirán y los muertos resucitarán! Los demás hijos de Dios que todavía estén vivos se transformarán delante de ellos, y saldrán volando hacia arriba para encontrarse con Jesús. «Todo ojo le verá, y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él»[19].

Jesús regresará a arrancar a Su esposa, Su iglesia, de las malvadas garras del enemigo, y después se la llevará a toda velocidad para asistir a la fiesta de bodas más grandiosa, espléndida y emocionante que se haya celebrado nunca, la cena de las bodas del Cordero en el Cielo. A continuación, después que el Señor haya rescatado y arrebatado a Su esposa para estar junto a Él, se derramarán sobre el Anticristo y sus seguidores las siete copas de la ira de Dios, en forma de espantosas plagas como nunca ha habido en el mundo[20].

Dios derramará Sus juicios e ira sobre el Anticristo y sus fuerzas hasta la ira final, cuando los impíos se junten en Armagedón, Israel, para enfrentarse a las mismísimas fuerzas de Dios. Entonces Jesús en persona y Sus fuerzas celestiales resucitadas y glorificadas volverán a la tierra en majestuosos corceles blancos procedentes del Cielo para derrotar y destruir completamente al Anticristo y sus fuerzas en la sobrenatural y catastrófica batalla de Armagedón[21].

Luego los santos de Dios, junto con nuestro Rey, Jesucristo, nos adueñaremos del mundo, lo organizaremos y lo gobernaremos y dirigiremos tal como hubiera debido hacerlo el hombre si se hubiera sometido a Dios. Estableceremos el reino de Dios en la tierra y convertiremos de nuevo la tierra en un hermoso paraíso. Este asombroso período durará mil años, y por consiguiente se conoce como el Milenio[22].

El Diablo será atado y arrojado preso al abismo durante este período de mil años, la autoridad de Dios será incuestionable y Jesús reinará de costa a costa, con Sus santos que regirán y reinarán con Él. Entonces, y solo entonces, bajo el supremo y poderoso gobierno y reinado de Cristo y de los hijos de Dios, acabarán por fin todas las guerras y por fin el mundo será gobernado equitativa y justamente con verdadera justicia, libertad, paz, abundancia y felicidad para todos[23].

Durante el Milenio, todos los santos resucitados nacidos de nuevo tendrán un nuevo cuerpo sobrenatural que tendrá poderes asombrosos y milagrosos como el de ser indestructible e inmortal, no sentir dolor y no sufrir enfermedades. El resto de la gente, las personas que hayan obtenido la gracia y la bendición de entrar con vida en el Milenio, seguirán teniendo su mismo cuerpo natural. Todos los que vivan en la tierra verán el glorioso poder y reino de Dios, y entonces todos creerán. Por lo que no habrá ningún incrédulo, aunque me temo que habrá algunos que no querrán recibirlo, que no se someterán ni obedecerán y que seguirán siendo obstinados, rebeldes y desafiantes[24].

Por tanto, a modo de última prueba y para hacer una selección final, al terminar el Milenio Satanás será suelto de su prisión en el corazón de la tierra por «un poco de tiempo», suficiente para engañar otra vez a los impíos que no se hayan convertido. Estos rebeldes volverán a seguirle de lleno, en declarada rebeldía contra el Señor y Su gobierno, lo cual conducirá a la catastrófica batalla de Gog y Magog, en la cual Dios enviará fuego del Cielo que los consumirá[25].

¡De hecho hará que descienda un fuego que consumirá toda la superficie de la tierra, y los cielos se desvanecerán como un pergamino que se enrolla, con grande estruendo! Todo estallará y se consumirá, y toda la superficie de la esfera terrestre quedará completamente purificada, limpiada, quemada y regenerada, y habrá una hermosa tierra nueva[26].

Después de esta trascendental batalla de Gog y Magog, las personas no salvas de todas las edades resucitarán para comparecer ante Dios mismo para el juicio final, en el cual «los libros serán abiertos», y cada cual será sentenciado según sus obras, y a cada uno se le asignará el lugar definitivo en el que deberá estar en el otro mundo[27].

Entonces la magnífica y celestial ciudad de Dios descenderá de lo alto a la hermosa tierra nueva regenerada, que será como el Huerto del Edén. Y Dios mismo morará con nosotros aquí mismo en la tierra. ¡Será como si Dios mismo se apoderara del mundo invadiéndolo desde el espacio exterior, trayendo consigo aquí abajo Su Ciudad Celestial y restableciéndose como Rey de reyes para siempre!

Habrá entonces un mundo mejor con personas mejores que habrán aprendido la lección de la ley del amor de Dios, y que serán más felices que nunca, ya que finalmente habrán sido limpiadas y purificadas de sus pecados de rebeldía contra Dios y sanadas por las hojas de los árboles de la vida que nosotros les llevaremos desde donde crecen, a orillas del río de la vida que está dentro de la Ciudad[28].

Si es que de verdad quieres saber las cosas que deben suceder, si anhelas la justicia de Dios y ansías Sus aguas vivas que brindan vida eterna por medio de Su amor y el sacrificio de Su Hijo Jesucristo, puedes encontrar la verdad en la Biblia[29].

Prepárate para el futuro recibiendo a Jesús ahora mismo. Haz simplemente esta oración: «Señor Jesús, te ruego que entres en mi corazón y me perdones todos mis pecados. Ayúdame a amar y vivir para Ti, a anhelar Tu verdad, a aprender Tu Palabra y a hablarles a los demás de Tu amor. En el nombre de Jesús, amén.» Que Dios te bendiga.


[1] Daniel 2:28; 8:23; 12:4.

[2] V. Mateo 24.

[3] Mateo 24:7.

[4] Mateo 24:14.

[5] Daniel 12:4; Amós 8:11–12.

[6] 2 Tesalonicenses 2:3.

[7] 2 Timoteo 3:13.

[8] Mateo 24:12.

[9] Lucas 21:25–26.

[10] Daniel 8:23–25; 2 Tesalonicenses 2:1–4; Daniel 9:27.

[11] Daniel 9:27; 8:9–12; 11:21–24, 28–31, 36; 2 Tesalonicenses 2:3–4, 8–9.

[12] Daniel 11:31; 12:11; Mateo 24:15–21; Apocalipsis 13:14–15.

[13] Apocalipsis 13:16–18; 12:6, 14.

[14] Apocalipsis 17:12, 16–17; 18:1–10, 17–19.

[15] Mateo 24:21–22; Daniel 7:25; 9:27; 12:7; Apocalipsis 11:2–3; 12:6, 14; 13:5.

[16] Mateo 24:29–31.

[17] Isaías 26:19.

[18] 1 Tesalonicenses 4:14–17; 1 Corintios 15:51–57; Filipenses 3:21.

[19] Mateo 24:27–31; Apocalipsis 1:7.

[20] Apocalipsis 19:6–9; 14:14–20; 16:11–21.

[21] Apocalipsis 19:11–21; 17:14; 16:12–21.

[22] Daniel 2:44; 7:18, 26–27; Apocalipsis 20:4.

[23] Apocalipsis 20:1–3; Isaías 2:2–4; Salmo 22:27–28.

[24] Habacuc 2:14; Isaías 25:7; 29:18–19; 32:1; 40:5.

[25] Isaías 26:9–11; Apocalipsis 20:7–10.

[26] 2 Pedro 3:10–13.

[27] Apocalipsis 20:11–15.

[28] Apocalipsis 22:1–2.

[29] Juan 5:29; Hechos 17:11; Mateo 5:6.