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Encontrar nuestro lugar

Encontrar nuestro lugar

William B. McGrath

El gran escritor británico Gilbert Keith Chesterton escribió una magnífica serie de relatos breves acerca del padre Brown, un párroco que tenía habilidad para la investigación forense. Ese humilde sacerdote investigó causas penales; y al mismo tiempo, fue comprensivo con los culpables y les tuvo compasión.

En un episodio, el padre Brown da consejos a una persona culpable que subió al chapitel de una iglesia. Le dice: «Sabes, puede ser peligroso que las personas se coloquen en lugares altos. Incluso orar en un lugar alto puede ser peligroso. Hay personas buenas que llegan a tener una elevada opinión de sí mismas y que empiezan a mirar hacia abajo a los demás y a criticarlos. Al poco tiempo, se sentirán cómodos al menospreciar verbalmente a otras personas y luego tal vez hasta lleguen a sentirse cómodos con actos criminales de violencia. En cambio, la humildad es la madre de gigantes, y desde abajo en el valle —en el lugar que a uno le corresponde— uno puede ver cosas grandes»[1]. Después de eso, el padre Brown le dice al hombre que lo que sabe de él puede seguir siendo confidencial, pero le pide que tome el camino del arrepentimiento sincero, que se entregue a las autoridades.

En la serie, el padre Brown se representa como un buen ejemplo de alguien que aprovecha al máximo la situación humilde que tiene en la vida; y que ahí está satisfecho y presta servicio. El padre no tiene automóvil, pero anda en su bicicleta donde se le ve a menudo con una sonrisa. Si alguien lo insulta, casi no reacciona y muchas veces contesta a la otra persona con un cumplido sencillo o señala algo que juntos pueden agradecer. Él se limita a avanzar en lo que cree que debería hacer cada día.

Tiene buen ojo para resolver causas penales, lo que se agudiza por su pasatiempo favorito: leer libros de misteriosos asesinatos. Otros tratan de convencerlo de que se limite a sus actividades tradicionales de párroco. Se encarga bien de esos deberes, pero interiormente sabe que debe inmiscuirse en los asuntos serios de esclarecer delitos y crímenes. Su interés se convierte en parte de su vocación, del lugar adecuado para él, lo que le permite corregir algunos errores que ve a su alrededor. El padre Brown también ora para que se descubran las situaciones injustas. Es algo así como el ayudante del inspector jefe, que se encarga de investigar los crímenes y delitos de ámbito local. Al inspector repetidamente le molesta que el sacerdote se meta en sus investigaciones; el padre Brown amablemente obedece al inspector jefe y no quiere que se le reconozca el mérito por resolver los misterios, pero vuelve una y otra vez, y demuestra que es indispensable.

Al crearnos, Dios tenía pensado para cada uno de nosotros un propósito y un lugar específico. Tal vez más de nosotros tendríamos mayor satisfacción en nuestro lugar en la vida si aprendiéramos a aprovechar bien el puesto que tenemos, esforzándonos al máximo donde nos encontremos en el camino de la vida.

No tiene nada de malo que aspiremos a ser buenos en lo que hacemos y a recibir reconocimiento por ello, pero podemos desanimarnos y estar descontentos si menospreciamos nuestro lugar en la vida y anhelamos un puesto aparentemente más destacado. Sin duda hay muchas personas que destacan en puestos de gran utilidad o importancia. A pesar de ello, muchos tenemos un lugar en la vida que se consideraría más común y ordinario. Sin embargo, se nos han dado habilidades ocultas, valiosas, que pueden desarrollarse en nuestras circunstancias actuales. Y cuando aceptamos nuestra situación y hacemos en ella todo lo que podemos, en muchos casos descubriremos que al desarrollar esos talentos ocultos o latentes, podemos utilizarlos para ayudar a los demás, lo que también nos da satisfacción. La virtud y la profundidad de carácter también se forman de esta manera. A todos les gusta ver personas que están felices con su situación, su ocupación y hogar, y que tienen entusiasmo para cuidar de su jardín y entorno a fin de mantenerlos tan bonitos como sea posible, aunque pueda parecer un lugar muy sencillo.

Algunas personas, desde pequeñas saben exactamente lo que desean hacer y quiénes quieren ser. Sin embargo, muchos otros jóvenes simplemente deben encontrar su camino y elegir una ocupación; y a menudo eso significa empezar desde abajo y aprender por el camino. La presión social, la cultura de este mundo, y el corazón humano pueden trabajar conjuntamente para que alguien menosprecie su lugar y puesto cuando estos sean más comunes; pero Dios no lo hace[2].

En la Biblia hay muchas personas poco conocidas, que desempeñaron tareas sencillas y que fueron clave para que ocurrieran sucesos importantes. La sirvienta de Naamán dijo a su amo dónde podría curarse de su lepra. Y después de que Naamán visitó a Eliseo, un criado le aconsejó a su amo que se limitara a obedecer e hiciera lo que Eliseo le indicó —que se lavara en el río Jordán, que era turbio—, en vez de querer ir a uno de los grandes ríos de su tierra natal.

Jesús elogia a los fieles. «En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más»[3]. «Les aseguro que esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás»[4].

Es posible que nuestro lugar en la vida no sea uno con una fuente de ingresos lucrativa, ni que sea el centro de atención, pero llega a ser un lugar muy especial que nos da una gran satisfacción cuando damos prioridad a lo que es más importante. Así pues, a fin de descubrir nuestro lugar especial, nuestro trabajo o puesto ideal en la vida, podemos dejar de buscarlo como máxima prioridad. En cambio, nos sumergimos por completo en obediencia a lo que Jesús dijo que debería ser la prioridad número uno; primero lo más importante; y el principal mandamiento de Dios es amarlo a Él con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, y que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos[5]. Cuando nos comprometemos a eso, entonces los avisos y la guía del Espíritu de Dios se vuelven más claros, y a medida que los seguimos, descubrimos un puesto que tal vez no habríamos encontrado por nuestra cuenta. Donde sea que Él nos haya puesto en este mundo, y por el tiempo que sea, lo aceptamos como nuestro lugar, y con Su ayuda, aprendemos a mejorarlo. Eso es lo que hizo el padre Brown.

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Notas al pie

[1] Paráfrasis de The Innocence of Father Brown, publicado por primera vez en 1911.

[2] 2 Corintios 10:12.

[3] Mateo 25:21 (NVI).

[4] Marcos 12:43 (NVI).

[5] Marcos 12:29-31.