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Señales de los tiempos

Señales de los tiempos

Michael Roy y Scott Macgregor

El gran interrogante que a muchos nos asalta a inicios del tercer milenio d.C. es: ¿Qué destino nos aguarda a nosotros y a nuestro planeta? ¿Estamos en el umbral de un Nuevo Orden Internacional en el que el mundo entero gozará de paz y prosperidad? ¿O se tambalea la humanidad al borde de un abismo que la sumirá en un caos sin precedentes? ¿O tal vez ambas cosas?

Los profetas de la Biblia hicieron numerosas predicciones sobre el mundo actual. En estos artículos estudiaremos profecías que, pese a haberse registrado hace dos y tres mil años, retratan acontecimientos y situaciones que han tenido —o tendrán— lugar en el transcurso de nuestra vida.

Algunos de esos vaticinios se refieren a los veloces medios de transporte de la era moderna, al aumento sin precedentes de los viajes internacionales, así como a la arrolladora multiplicación de todo tipo de conocimientos. Otros avances tecnológicos, como la banca electrónica y el sistema económico universal que pronto entrará en efecto, también fueron predichos con impresionante exactitud.

Lo mismo sucede en el caso del calentamiento del planeta y de la propagación de mortíferas enfermedades como el sida, la fiebre de Ébola y la neumonía atípica. Todo ello fue anunciado por los profetas de antaño.

Quien adquiera una conciencia clara de estas predicciones verá con nuevos ojos la transformación que experimenta actualmente el mundo y estará prevenido para los cataclismos que se vislumbran en el horizonte.

La gran incógnita

Hace cerca de 2.000 años, en un monte de las afueras de la antigua ciudad de Jerusalén, un pequeño grupo de buscadores de la verdad se reúne en torno a su maestro, un carpintero convertido en predicador y conocido como Jesús de Nazaret. La pregunta que le formulan motiva una respuesta que abarca dos milenios y se centra en la época en que hoy vivimos:

«Estando luego sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a Él en privado Sus discípulos, y le dijeron: “Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de Tu venida y del fin del mundo”» (Mateo 24:3, BJ).

La cuestión que le plantearon Sus discípulos giraba en torno a un suceso que se conoce generalmente como la parusía, el espectacular regreso de Cristo antes de tomar posesión del mundo y establecer en la Tierra el reino de Dios. El término fin del mundo se emplea en este pasaje no en el sentido de la destrucción física del planeta, sino del fin del gobierno injusto e inhumano de los hombres.

Jesús respondió a dicha pregunta mencionando no sólo una, sino muchas señales que indicarían la proximidad del fin.

Un mundo en guerra

Jesús dijo: «Oiréis de guerras y rumores de guerras. [...] Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores» (Mateo 24:6-8).

Es de todos conocido que durante milenios el mundo se ha visto azotado por guerras, hambres, plagas y terremotos. Aunque la humanidad sufre el flagelo de la guerra desde tiempos inmemoriales, ningún período de la Historia ha conocido una escalada bélica como la acaecida en los últimos cien años.

Hasta 1914, los conflictos armados nunca habían tenido alcance universal. Sin embargo, las dos Guerras Mundiales sí lo tuvieron. En la guerra del 39, apenas 12 países pequeños no intervinieron ni técnica ni militarmente, y 93 millones de personas sirvieron en los ejércitos de uno u otro bando. De éstos, 25 millones murieron. Las bajas entre la población civil fueron también mayores que nunca: sólo en la Unión Soviética perecieron más de 20 millones de civiles.

Limpieza étnica y horrendas luchas tribales

En esta profecía, donde dice «se levantará nación contra nación», la palabra empleada en el texto original griego y que se tradujo como nación al castellano es etnos, cuya traducción más precisa sería raza o tribu. Dicho de otro modo, Jesús vaticinó que los grupos étnicos se levantarían unos contra otros. En años recientes este augurio se ha cumplido con trágicas consecuencias. El historiador Arthur Schlesinger, quien se hizo acreedor al premio Pulitzer, advierte: «Si el siglo XX ha sido el de las guerras ideológicas, el XXI será el de las luchas étnicas»[1].

La agencia AP informa que en el curso del siglo XX las muertes perpetradas por súbditos de diversas naciones contra sus conciudadanos —calculadas en 170 millones de personas— han superado las provocadas por enfrentamientos con rivales extranjeros. Cabe citar las purgas de Stalin, la Guerra Civil española, la Revolución Cultural china, los campos de exterminio de Camboya, las luchas fratricidas en Centro y Suramérica, la llamada depuración étnica de Bosnia, los horrores de Ruanda, etc. No por nada el término genocidio se acuñó en el siglo XX[2].

Si bien el panorama se presenta sombrío, se acerca el día en que Dios mismo intervendrá para acabar de una vez para siempre con la violencia y las guerras que azotan al mundo (Isaías 2:4).

Hambre

«Y habrá hambres...»

En los países en desarrollo 1.200 millones de personas subsisten con menos de 1 dólar al día. De ellos, 780 millones padecen de hambre crónica; en otras palabras, las calorías que consumen a diario no les bastan para llevar una vida sana y activa. Los niños son las víctimas más visibles de la falta de alimentos. La malnutrición causa al menos la mitad de los 10,9 millones de muertes infantiles que hay cada año[3].

En términos mundiales, la sequía y otras condiciones atmosféricas desfavorables provocaron situaciones de escasez de alimentos en 21 de los 32 países en situación de emergencia. La guerra, los disturbios civiles y los efectos prolongados de conflictos anteriores provocaron crisis en 15 países, algunos de ellos castigados ya por el mal tiempo. Los problemas económicos generales representaron una grave amenaza para la seguridad alimentaria en ocho países, frecuentemente en combinación con malas condiciones atmosféricas[4].

Un planeta enfermo

«Y habrá pestes...»

Al igual que sucede con la guerra y con el hambre, es alarmante la fuerza y la frecuencia con que diversas epidemias azotan hoy en día a la humanidad.

En los últimos años los médicos advierten sobre el resurgimiento de cepas bacterianas que podrían resultar más mortales que el sida[5]. Los facultativos no se limitan a advertir sobre el aumento de las epidemias de origen bacteriano. También los virus asesinos como el sida y el ébola se están extendiendo cada vez más. El brote de la neumonía atípica en diversas partes del planeta mostró lo vulnerables que somos, aunque puede que el mayor peligro esté en realidad en la gripe.

Los científicos han descubierto que el virus de la gripe ha adquirido la capacidad de sortear la principal defensa que presenta contra él el organismo humano, con lo que aumentan las posibilidades de que se produzca una mortífera pandemia de la enfermedad a escala mundial.

El gran remezón

«Habrá terremotos en diferentes lugares...»

El Almanaque Universal dice que entre los años 1000 y 1800 no se produjeron sino 21 terremotos de gran magnitud. En contraste, entre 1800 y 1900 tuvieron lugar 18 convulsiones sísmicas de consideración. En los 50 años siguientes, entre 1900 y 1950, hubo 33 movimientos telúricos de grandes proporciones, casi tantos como los ocurridos en los 850 años anteriores[6].

El profeta Isaías predijo igualmente monstruosos terremotos para los últimos tiempos: «Temblarán los cimientos de la Tierra. […] En gran manera será la Tierra conmovida. Temblará la Tierra como un ebrio, y será removida como una choza […] el día de la gran matanza, cuando caerán las torres» (Isaías 24:18-20; 30:25).

El violento mundo de hoy

Jesús dijo también que justo antes de Su regreso la sociedad se caracterizaría por una violencia desenfrenada: «Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre» (Mateo 24:37).

¿En qué estado se hallaba el mundo en los días de Noé? El libro del Génesis explica que en los días de Noé «se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia» (Génesis 6:11). Todos hemos visto con dolor infinidad de titulares sobre luctuosos y violentos sucesos carentes de todo sentido.

Se habla de violencia política para referirse a los actos violentos que cometen los gobiernos contra su propia gente o contra pueblos conquistados. Se estima que en el siglo XX murieron unos 110 millones de personas a causa de las guerras; sin embargo, esa cifra no es nada comparada con los 170 millones de seres que murieron a consecuencia de la violencia política[7].

Una generación egoísta

«Por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mateo 24:12).

Así describió Jesús la dureza de corazón que imperaría en el futuro, en los días previos a Su segunda venida. En un pasaje afín de la Biblia el apóstol Pablo escribió:

«También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios» (2 Timoteo 3:1-4).

En todas partes del mundo el egocentrismo y la insensibilidad están a la orden del día.

Globalización de la Buena Nueva

«Será predicado este Evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el Fin» (Mateo 24:14).

A diferencia de la escalada bélica, la intensificación del hambre, las epidemias y los terremotos, Jesús dijo que la difusión del Evangelio por todo el mundo no sólo señalaría el «principio de dolores», sino que constituiría un indicador del fin de esta era, el cual Él mismo desencadenará con Su segunda venida a la Tierra.

Según The Almanac of the Christian World[8] , actualmente existen fieles e iglesias cristianos en todos los países del mundo. Los misiólogos calculan que entre el 75% y el 85% de la población mundial ha oído al Evangelio al menos en una ocasión [9]. Cada año se reparten 50 millones de biblias y cerca de 80 millones de ejemplares del Nuevo Testamento, y se editan 4.000 millones de folletos destinados a la evangelización.

Según las Sociedades Bíblicas Unidas, la Biblia se halla actualmente traducida, en parte o en su totalidad, a 2.303 idiomas, lo que significa que está al alcance del 98% de la humanidad. El 99% de la población del planeta puede escuchar emisoras de radio cristianas[10]. Y además está la película Jesús de 1979, que han visto 2.000 millones de personas y que se ha traducido a más de 760 idiomas y dialectos.

Jamás en la Historia se ha divulgado el Evangelio por todo el mundo como en la época actual, a través de medios modernos como la radio, la televisión, la Internet y otras formas de telecomunicación. ¡Esta profecía de Cristo demuestra concluyentemente que hoy en día vivimos en los tiempos del Fin!

Para más artículos de la revista Conéctate, visita Conéctate.


Notas al pie

[1] "Unity, Multiculturalism and the American Creed," Cultural Survival Quarterly, Issue 18.2, 31 Oct 1994.

[2] Arlene Levinson, 20th Century Awash in Blood , AP, 16 de septiembre de 1995.

[3] Alleviating protein-energy malnutrition , OMS, 2003.

[4] El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo , FAO, 2002.

[5] Brad Evenson, Antibiotic-resistant bacteria on the rise, en National Post, 28 de sept. de 2002.

[6] The Universal Almanac, Andrews y McMeel, Kansas City, 1993.

[7] R.J. Rummel, Death by Government, Transaction Publishers, New Brunswick, 1994.

[8] The Almanac of the Christian World (Wheaton, Illinois: Tyndale House Publishers, 1990).

[9]DAWN, Friday Fax, 2001, nº2, http://www.jesus.org.uk/dawn/2001/dawn02.html.

[10] DAWN, Friday Fax , 2001, nº2.