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Cristianismo de contracultura

Cristianismo de contracultura

Recopilación

Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anuncien las virtudes de Aquél que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable.  1 Pedro 2:9 (NBLH)

Cada generación debe enfrentar el dilema de mantener la influencia cultural, y en nuestro mundo cambiante, volvió a surgir el tema.

En un esfuerzo por atraer a personas de fuera, algunos cristianos se limitan a copiar la cultura. Se convierten en una fotocopia de lo que perciben como algo que está de moda y es popular, con la esperanza de que ellos —y sus organizaciones, ministerios e iglesias— sean considerados geniales y les den una oportunidad. Por desgracia, esa búsqueda de la cultura popular quita a la iglesia de su puesto, históricamente profético. Relacionarse con el mundo al seguir al mundo es una receta para el desastre.

La siguiente generación de cristianos no es separatista, antagonista ni lucha por ser «relevante». En cambio, es de contracultura a medida que promueven el bien común en la sociedad. Los siguientes cristianos se ven a sí mismos como la sal, los agentes conservantes que activamente trabajan en la restauración en medio de una cultura en decadencia. Se unen a personas y estructuras que están en peligro de descomposición mientras aprovechan el poder redentor de Cristo para trabajar por medio de ellas. Comprenden que al ser restauradores combaten las normas culturales y a menudo van a contracorriente con la ola cultural. Sin embargo, como cristianos que son, les parece que han sido llamados a colaborar con Dios en la restauración y renovación de todo lo que ven que se derrumba.

Paradójicamente, en el contexto cultural presente, eso no solo da oportunidad a que más personas acepten a Jesús y Su salvación, sino que también apoya el testimonio que se da al mundo, y que glorifica a Dios, de Su poder de restauración. De verdad es una buena noticia para el mundo. En vez de combatir la cultura para proteger una comunidad cristiana cerrada, luchan a fin de redimir el mundo. […]

No siempre es fácil el compromiso de ser de contracultura en lugar de ser eliminado o «relevante». Vivir de manera distinta puede ser difícil. Ir contra el ciclo de la marea de la cultura puede crear fricción y a veces provocar una reacción hostil al bien que se intenta hacer. Los teólogos Stanley Hauerwas y Will Willimon nos recuerdan que eso debería esperarse, pues «cuando un pueblo se une en lealtad a una historia que incluye algo tan extraño como el Sermón del Monte, entra en conflicto con el mundo».

Sin embargo, al mantener esta orientación cultural el mundo puede experimentar el poder de restauración de Dios y las personas se convencerán de que nuestra fe es todo lo que afirmamos, todo lo que Jesús encargó a Sus seguidores. Como el apóstol Pablo nos anima: «Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación»[1].

¿Es una comunidad de contracultura la solución para restaurar el alma del mundo, conquistar a los escépticos y revitalizar nuestra fe? Tendremos que esperar y ver. Por ahora sabemos que el claro llamado de Jesús es que la comunidad cristiana sea la sal en un mundo que se pudre, y la luz en los lugares más oscuros.  Gabe Lyons[2]

La nueva nación de Dios

Dios llamó a los Suyos una nueva nación, una nación santa. Eso quiere decir que tenemos toda una nueva cultura, un modo de vida completamente nuevo, somos un pueblo flamante. Entre nosotros hay gentes de todas razas y colores, todos teníamos credos diferentes, pero ahora somos todos uno en Cristo Jesús, y eso de por sí es un milagro[3]. No importa cuál fuera nuestra nacionalidad o raza, ni el lugar del que procedamos, ahora todos tenemos la misma fe, el mismo amor, tenemos a nuestra disposición el mismo poder que obra portentos, y nuestra vida ha cambiado.

Hay muchos gobiernos y reinos de los hombres, pero solo un reino de Dios. En esta Tierra somos un pueblo sin patria permanente, porque buscamos la por venir, cuyo arquitecto y constructor es Dios[4]. Buscamos una patria fundada por Dios mismo, que desde luego no es ninguna de las naciones que hay sobre la faz de esta tierra; ni las más cristianas podrían considerarse Su patria.

Nosotros pertenecemos al reino de Dios; esa es nuestra patria. Anhelamos una patria mejor, que ya llevamos en el corazón, gracias al Señor: ¡el reino de los cielos! Esa es nuestra patria, la mejor patria de todo el universo, una patria que jamás ha perseguido a los pobres ni oprimido a los débiles, que nunca ha perdido una batalla, ¡que nunca ha hecho una guerra por malos motivos!

Somos extranjeros y peregrinos aquí en esta Tierra, representantes y embajadores de Dios, de Su reino de amor que pronto ha de venir, el mayor reino que va a haber en el mundo.  David Brandt Berg

De este modo todos sabrán

Hay aspectos en los que no queremos que la iglesia sea de contracultura. Las iglesias se adaptan a la cultura de muchas formas buenas. Por ejemplo, es bueno que los cristianos de todo el planeta utilicen una palabra en el idioma del país para referirse a Dios. […]

Ser de contracultura es un tema importante en la Biblia. Jesús dijo a Sus discípulos «ustedes no son del mundo»[5]. San Pablo dijo a los Romanos «no se conformen a este mundo»[6]. Pero es otra cosa muy distinta entender lo que eso significa. Hay un apabullante conjunto de culturas y subculturas que proclaman y expresan diferentes valores, ideas e intuiciones. ¿Cómo decidimos ante lo que vamos a encontrar?

La Biblia deja claro que la manera más importante en que los cristianos manifiestan su peculiaridad es en la naturaleza de su vida juntos. Por ejemplo, cómo los miembros de la comunidad cristiana se relacionan unos con otros, participan en un debate y dan la bienvenida a otros; todo eso es parte de ser testigos para Dios. A eso se refería Jesús cuando dijo a Sus seguidores: «El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son Mis discípulos»[7]. La iglesia apostólica era conocida por sus relaciones características. La vida de los primeros cristianos —«todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común»[8]—, fue de contracultura en el contexto de una sociedad romana que estaba ordenada en estratos de riquezas. Una parte central de la enseñanza de San Pablo a los Corintios es eso, que si quieren seguir a Jesús, todos los cristianos se necesitan unos a otros, sin importar lo improbable que puede parecer y lo mucho que el mundo los presione para que piensen de otra manera.

Interdependencia, nexos, comunidad: son ideas que me parecen bastante de contracultura en nuestra sociedad contemporánea.  Jesse Zink[9]

Enviados a ser testigos

La noción particular de que estamos en el mundo pero no somos del mundo se basa en la oración de Jesús que se encuentra en los discursos que dio en la última cena en el Evangelio de Juan. Jesús dijo: «Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo» y «como Tú me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo»[10].

Fuimos enviados al mundo para que seamos testigos y llevemos las buenas nuevas que hemos conocido en Cristo. La paz es posible. El amor es real. Toda la creación tiene dignidad, es sagrada y puede acercarnos más a Dios.

Ese testimonio amoroso es costoso. Es posible que desentonemos o que nos malinterpreten. Podríamos terminar como el que seguimos, y entonces debemos dar la bienvenida a la cruz. Es posible que tengamos que pagar un precio alto por proclamar mensajes proféticos. Cristo, al fin y al cabo, es nuestro modelo para vivir un evangelio de contracultura.

En Su oración registrada en Juan 17:22, Jesús declara que el objetivo final de toda la vida cristiana de contracultura no es la división ni la separación, sino la unidad: «La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno» (NBLH).

A medida que llevemos una vida cristiana de contracultura, espero que permanezcamos arraigados en este objetivo. Que siempre recordemos que somos testigos del amor de Cristo, a fin de que manifestemos con mayor denuedo la unión y el amor que se encuentra solamente en Dios.  Julia Walsh[11]

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Notas al pie

[1] 1 Pedro 2:12 (NVI).

[2] What does being countercultural look like?.

[3] Gálatas 3:28.

[4] Hebreos 13:14; 11:10.

[5] Juan 15:19 (NVI).

[6] Romanos 12:2 (RVA-2015).

[7] Juan 13:35 (NTV).

[8] Hechos 2:44 (NBLH).

[9] What does it mean to be counter-cultural?.

[10] Juan 17:16, 18 (NBLH).

[11] In the world, not of it: Thoughts on countercultural Christian living.